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Alejandra Leal

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FOTOGRAFIA ©DIEGOFORSTER

De las entrañas de la luz y la oscuridad, nació una niña dándole un soplito de vida a todo su alrededor, con sus manos, sus pies delicados y pequeñitos, inquietos por descubrir el mundo saltaba de un lado al otro brindando alegría a todo lado donde iba, imaginando historias incontables que nadie le creía.

La niña jugaba con carros, barcos, pelotas, triciclos, motonetas y muñecos, juguetes no muy bien vistos para los papás y mamás de las niñas de su edad.

Pasaba el tiempo y a la niña le crecían sus pechitos, sus bracitos, sus piernitas, sus manitas y su cabecita y parece ser que esto no le convenía porque al pasar de los días la niña ya no existía y la perspectiva que los hombres de ella tenían ya no iba a ser la misma porque la mirarían como toda una mujer. Al salir a la calle piropos, pispeadas y hasta halagos recibía, pero ella muy incómoda se sentía porque no lo comprendía, sus amigas de la escuela unas únicas tallas utilizaban, diferentes a las que a ella le quedaban, insultos y rechazos tuvo que aguantar por no ser igual, por pensar diferente, estudiar y soñar cosas que no podía explicar, dentro de su misma clase se categorizaban en grupos, ella, en el grupo de las “impopulares” siempre resultaba. La alegría que brindaba a cada lugar que pisaba se fue reduciendo y los colores que la representaban estaban desapareciendo arrebatándole su identidad.

Así fue como ella termino por adaptarse y ser un constructo no de ella misma, sino de lo que los demás le pedían, su cabello arreglaba para que su cara maquillada resaltara, su contextura cambio y ahora usaba las mismas tallas, lo único que no podía disimular eran sus enormes piernas que todavía le criticaban, y su espectacular esencia que muchas sonrisas evocaba. A las puertas de salida de la escuela como toda una mujer en la que ya se había convertido, con ganas de comerse el mundo, reencontrándose como individuo decidió hacer lo que más había querido, lo que trajo consigo nuevas dificultades sumadas a las que ya estaban siendo subsanadas, su cuerpo “fofo” y sus enormes piernas eran un limitante para realizar con eficacia lo que más le apasionaba, las pulsadas y la acrobacia no le resultaban y esto la frustraba, intentaba e intentaba pero su cuerpo no daba, no se rendía y seguir adelante era lo que quería, empezó a adquirir disciplina y a trabajar con su vía negativa y he aquí como resultado el esfuerzo de tantos días:

Yo Maria Alejandra Leal Acosta estudiante de Licenciatura en Artes Escénicas con 19 años de edad aprendiendo para enseñar y enseñando para aprender, agradezco todo lo que pase porque gracias a todas las adversidades, soy fuerte y he crecido como ser humano y espero seguirlo haciendo, por eso, aún sigo trabajando en todas esas dificultades físicas, mentales, que me limitan, es difícil pero con amor y disciplina se puede, es un proceso largo pero hay que tener paciencia, a la final lo que importa no es el destino, es el viaje y en el viaje en el que estoy he logrado recuperar mi identidad y he encontrado mi lugar de enunciación dentro de una sociedad que se cae a pedazos por todos los estereotipos, concepciones, prejuicios errados que se tienen de la vida, de las personas etc, está en nosotras irla reconstruyendo, no hay que rendirse, todas tenemos las capacidades para hacerlo.

Mujeres: el ser humano es tan hermoso y tan perfecto, que es increíble como cada parte está minuciosamente pensada y tiene una función, cada detalle, cada mancha, cada lunar, cada curva, cada línea es magnífica así que adelante, no se dejen arrebatar su identidad y encuentren su lugar de enunciación.

Espero ser un ejemplo y un soplo de vida poderles dar, y como resultado de todo lo anterior a continuación unas fotos que aquí podrán observar……..

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